La Revolución cubana cumple 66 años irradiando su ejemplo de dignidad a toda la humanidad. Mientras mayores son las dificultades que enfrenta, mayor es el optimismo de la voluntad que muestra para arremeter contra ellas y superarlas.
Las bravuconadas de Donald Trump y Marco Rubio anuncian una nueva escalada injerencista del imperialismo yanqui sobre la región. La administración demócrata que concluye en un par de semanas fortaleció la presencia del Comando Sur en el continente y no suavizó absolutamente ninguna de las medidas que durante la primera presidencia de Trump profundizaron el bloqueo económico contra Cuba, además de mantenerla en la lista de países patrocinadores del terrorismo confeccionada por el Departamento de Estado. Es claro que en su segundo mandato, el magnate ultraderechista buscará aumentar por todos los medios la presión contra la isla.
"Cuba no acepta injerencia de ningún tipo ni renuncia a su modelo de construcción socialista” respondió con firmeza el presidente Miguel Díaz Canel cuando lo consultaron por el triunfo de Trump en las presidenciales. Para avanzar hacia lo que consideran su "destino manifiesto" y hacer realidad el leitmotiv imperialista "América para los Americanos", Estados Unidos tiene claro que su objetivo principal sigue siendo el de someter a esta isla rebelde ubicada a sólo 166 kilómetros de sus costas.
Luego de ser capturado por la dictadura de Batista tras el asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro transformó su alegato de defensa en una brillante acusación política conocida como "La historia me absolverá". Fidel escribió ese manifiesto en prisión con una pluma mojada en jugo de limón sobre lo que simulaban ser cartas para su familia y sus seres queridos. Cuando el jugo de limón se secaba podía verse a trasluz el mensaje oculto. En decenas y decenas de estas “cartas”, que la heroína revolucionaria Haydée Santamaría tuvo la responsabilidad de ir sacando de la cárcel Modelo de la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) en cada visita que realizaba, se camufló un texto que plasmó la línea política del Movimiento 26 de Julio para liberar al pueblo del yugo de la dictadura batistiana y que, aún más allá, sentó las bases programáticas para la lucha antiimperialista por la segunda y definitiva independencia de Nuestra América.
Pasar de la resistencia a la ofensiva y apelar a la audacia en la adversidad son características que han estado siempre en el ADN de lxs revolucionarixs cubanxs. La mejor manera de homenajear a la revolución es emulando su ejemplo. Claro que adecuando sus enseñanzas a las actuales condiciones históricas, por supuesto que siempre con la cautela necesaria, pero imprescindiblemente con la valentía como motor para llegar a la victoria.
El enemigo tiene bien claro que si cae Cuba, le será mucho menos costoso derribar un proyecto de unidad regional soberanista y disponer a su antojo de las riquezas y del destino del continente al que consideran su patio trasero.
Los números del bloqueo dimensionan el interés estratégico de Washington por terminar con el socialismo cubano. En seis décadas las pérdidas ocasionadas por esta política criminal se calculan en un billón y medio de dólares, tomando por referencia el comportamiento variable del dólar en relación al valor del oro en el mercado internacional. En tanto que desde marzo de 2023 a marzo de 2024 el bloqueo causó daños y perjuicios materiales por más de 5 mil millones de dólares. De no existir el cerco imperialista para aislar a la revolución se estima que el PBI de Cuba podría haber crecido en este periodo anual alrededor del 8 por ciento.
En su primera temporada en la Casa Blanca Trump llevó a cabo un hostigamiento contra Cuba de una intensidad sin precedentes. Se contabilizaron en esos cuatro años cerca de 250 medidas con el propósito de asfixiar económicamente al país y desestabilizarlo políticamente, con el remate sobre el cierre de aquel gobierno del señalamiento a Cuba como país promotor del terrorismo. Incluso durante la pandemia, mientras el gobierno de Díaz Canel desarrollaba la primera vacuna en América Latina contra el Covid19 y enviaba brigadas médicas a salvar vidas alrededor del mundo, EEUU imponía restricciones especiales para impedir la llegada de medicamentos e insumos sanitarios a la isla.
El bloqueo está presente en cada dificultad cotidiana que afronta el pueblo cubano. Los cortes de luz que han tenido lugar durante los últimos meses en Cuba, y que de a poco ya van siendo superados, son consecuencia directa del bloqueo y han significado la crisis energética más grave en las últimas tres décadas.
Sin embargo, el faro luminoso de la revolución socialista cubana no deja de alumbrar el rumbo hacia la emancipación de la patria grande: no se puede llegar a un destino común, de soberanía y dignidad para nuestros pueblos, si no es por la vía del antiimperialismo y con el impulso del poder popular.
El TEG de Trump
Recientemente en Caracas tuvo lugar una nueva reunión del ALBA-TCP que sirvió como demostración de fuerzas contra la prepotencia neofascista que el imperialismo muestra ahora de forma explícita con Trump. La disputa comercial (con trasfondo político e ideológico) contra la República Popular China y contra la concepción de un mundo multipolar sin guerras va a seguir expresándose en nuestro continente, pero con más fuerza aún en esta etapa. Ante todas las cosas y transversalmente a cualquier coyuntura, como mandato histórico proclamado hace 200 años en la Doctrina Monroe el imperialismo buscará siempre posar sus garras sobre nuestros recursos naturales.
Con Elon Musk, el millonario más acaudalado del mundo y hombre fuerte del gobierno trumpista, se acrecientan las amenazas sobre el continente. Vale recordar la declaración autoincriminatoria de este rey del capitalismo financiero y dueño de la marca de autos eléctricos Tesla, cuando se reconoció como el financista e instigador político del golpe de Estado en Bolivia contra Evo Morales en 2019 para adueñarse del litio. No conforme con ello, con la impunidad que le otorga el hecho de ser uno de los mayores exponentes mundiales del poder fáctico, Musk admitió que cuando él quisiera volvería a apoyar otro golpe de Estado.
Del mismo modo, la designación como secretario de Estado de Marco Rubio, gusano de Miami de profuso prontuario, enciende señales de alerta para el proceso de integración regional. Entre su larga lista de descalificaciones a líderes y gobiernos de izquierda y progresistas de la región, sobresalen a lo largo de sus quince años de carrera como senador y lobbysta del imperio para América Latina sus ataques contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. A la revolución cubana la ha tachado de “régimen criminal enemigo de Estados Unidos”, al gobierno venezolano de Maduro como una “narco-dictadura” y sobre Nicaragua considera que es un “centro de migración masiva ilegal”. Este reaccionario, por ejemplo, fue el arquitecto político de la fallida operación Guaidó en Venezuela, intento de golpe de Estado contra la Revolución Bolivariana que terminó dejando en ridículo al autoproclamado “presidente encargado”.
Del enemigo el consejo. La solidaridad con Cuba, Venezuela y Nicaragua, países apuntados como el eje del mal por el dedo acusador del Tío Sam, tiene que ser el nudo gordiano de la unidad latinoamericana.
Sin ir más lejos, fue el mismo Trump quien en campaña se lamentó porque, según su visión, Biden desaprovechó las condiciones que su gobierno había generado para instaurar en el corto plazo en Venezuela un gobierno servil a los intereses estadounidenses. Inclusive también profirió unos pocos años atrás amenazas de guerra contra la nación bolivariana, de las que ahora tampoco se desdice. El acto de asunción de Maduro para un próximo mandato presidencial que tendrá lugar este 10 de enero en Caracas es una cita obligada para las organizaciones, partidos y gobiernos regionales que adhieren a un proyecto emancipatorio de patria grande.
Cuesta encontrar en el mundo un gobierno tan arrastrado y lamebotas del imperialismo como el gobierno de Milei. En medio de la máxima tensión política y diplomática que mantiene con el gobierno de Maduro, la previsible captura del gendarme enviado a Venezuela por el ministerio de seguridad nacional fue tomada por Patricia Bullrich como “una declaración de guerra”.
El exhibicionismo guerrerista que hace el presidente electo de los EEUU y líder global de la ultraderecha apunta sus cañones a nuestra región. Trump juega al TEG y ya ha anunciado que uno de los principales objetivos geoestratégicos al sur del Río Bravo es el de “recuperar” el Canal de Panamá.
La batalla de la verdad contra la mentira
Sin embargo es la mentira la estrategia principal de Washington para la desestabilización y el golpismo en Nuestra América. La mentira como un producto cultural para la dominación fabricado por los medios monopólicos de comunicación, las derechas locales, el poder judicial, el poder económico y las redes (anti) sociales. Por supuesto que cada una de las partes de este entramado de manipulación masiva están coordinadas a nivel continental por las respectivas embajadas yanquis en cada uno de nuestros países.
“A los intentos de golpes de Estado y de persecución a figuras políticas de izquierda y progresistas, se suma hoy una feroz maquinaria comunicacional dirigida a sembrar el terror y la mentira”, aseveró Díaz Canel en la referida reunión del ALBA.
La mentira (y la impunidad que el bloque de poder que lo banca le garantiza) es la base sobre la que se sostiene el gobierno neofascista y ultraliberal en nuestro país.
Si bien Milei ganó las elecciones, motosierra en mano, prometiendo medidas antipopulares que ha venido cumpliendo con creces, es cierto también que su discurso de ataque a la “casta” para denunciar la corrupción y referirse despectivamente a una dirigencia política que no tuvo capacidad de renovación, encontró adhesión en un contexto de profunda decepción social con sucesivos gobiernos de distinto signo a lo largo de una década marcada, en términos generales, por la caída del poder adquisitivo de las grandes mayorías.
Esa mentira del combate a la “casta política ”, que era su principal carta, se cayó. Poniendo las cosas en blanco sobre negro, en un año de balance al gobierno no le queda entonces más remedio que mentir sobre los resultados de su gestión y seguir mintiendo con que el sacrificio, que de nuevo nos toca hacer a los mismos de siempre, dará sus frutos alguna vez en un futuro remoto cuando por obra de la naturaleza derrame algo de la riqueza que hoy acaparan, también los mismos de siempre, a un ritmo más acelerado que nunca.
Con la complicidad del poder real como garante, el gobierno miente estadísticas y dibuja números. Ahora afirma con el aval del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina tras sellar con ella un valioso acuerdo, de la misma manera que antes sellara valiosos acuerdos con legisladores y gobernadores provenientes del radicalismo y del peronismo, que la pobreza bajó como veinte puntos de repente. Milagro navideño.
A la luz de los hechos hay hoy mejores condiciones para hacer ver lo evidente, para demostrar que la única libertad que defienden quienes nos roban, reprimen y mienten es la libertad de gozar de una impunidad total en el marco de esta farsa de democracia.
Defienden la libertad de esclavizar, proponiendo que se anule el salario mínimo, vital y móvil como piso de referencia para los ingresos de la clase trabajadora, como días atrás sugiriera el vocero Adorni intentando poner cara de vivo. O como hace el Grupo Techint, donde la pauperización de las condiciones trabajo que impone este monopolio, uno de los más beneficiados con la obscena transferencia de ingresos de lxs trabajadorxs al capital propiciada por el mileísmo, ya causó en un año la muerte de cinco operarios en la planta de Tenaris de Campana. En este contexto político no es para nada casual que el Secretario de Trabajo del gobierno sea Julio Cordero, ejecutivo del grupo y mano derecha de Paolo Rocca, toda una garantía para que la libertad de mercado nos siga hambreando y matando.
“Nicaragua vencerá lo juramos por Sandino, por el Che y la Libertad” cantaba la Fede hace 40 años, cuando salía la primera Brigada General San Martín a la Cosecha del Café desafiando al imperialismo, que buscaba sabotear a la naciente revolución sandinista.
La libertad es una bandera de los pueblos que combatimos la opresión imperialista, no de los gobiernos títeres del imperialismo ni de sus agentes locales. Recuperar esa bandera es un objetivo central en la batalla de ideas que, como la definiera Fidel, es nada menos que “la lucha de la verdad contra la mentira”. Con el ejemplo revolucionario de Cuba recuperaremos esa bandera para, más temprano que tarde, hacerla flamear en una patria grande y liberada.