El brindis con agua de lxs jubiladxs en Plaza de Mayo frente a un arbolito adornado con las cajas de los medicamentos esenciales que dejaron de tener la cobertura sin costo del PAMI es toda una postal navideña de la Argentina actual. A lo que suma el asesinato, por parte de Gendarmería, de Fernando Gómez en Orán, Salta.
El desprecio de este gobierno por la vida humana se explícita en el asesinato del trabajador bagayero Fernando Gómez, festejado por Patricia Bullrich, pero también en un ajuste malthusiano que va matando de a poco. Las principales víctimas de la motosierra son lxs ancianxs y lxs niñxs. No puede haber nochebuena en nuestro país cuando más de un millón de pibes van a acostarse sin cenar y la pobreza infantil supera el 70 por ciento.
El stock de deuda externa bruta llega hoy a 282.753 millones de dólares, según reconoce el Indec. A esta altura la deuda interna es incalculable y es hora de cobrárnosla.
Para terminar con la miseria planificada no hay más opción que construir una alternativa que antagonice con ella, una alternativa que planifique la distribución de la riqueza; es decir, que esté dispuesta a afectar los intereses de los que se creen intocables.
Esa alternativa pendiente seguirá sin encontrar lugar en la reconfiguración del mapa político si no resuelve primero dos cuestiones fundamentales: la firme voluntad de emprender un rumbo de liberación que pueda encauzar la unidad y la movilización popular que la impulse de abajo hacia arriba.
Al neofascismo ultraliberal no se lo derrota aliándose con una derecha respetuosa de los usos y costumbres institucionales. No hay nada para dialogar por ahí y sí hay mucho para dialogar con las distintas expresiones políticas del nacionalismo revolucionario, de la izquierda antiimperialista y de la teología de la liberación para avanzar en un unidad por un camino emancipatorio.
Las alianzas electorales de contingencia para frenar el avance del peligro mayor con el mal menor como barrera sanitaria seguirán cediéndole siempre las riendas de nuestro destino al imperialismo. Podrán eventualmente ganar alguna elección pero volverán a decepcionar una y otra vez y la decepción será cada vez mayor, al punto de garantizar el eterno retorno de una derecha cada vez más radicalizada y fortalecida.
Como villancicos navideños las mismas viejas canciones de siempre repetirán entonces versos más que conocidos. Que el amor vence al odio, que la unidad es con todos, que el pragmatismo de la real politik, que hay que conservar la democracia, que el capitalismo es el sistema de producción más exitoso, que el comunismo no existe más…
Los intentos del poder real por consolidar un esquema tendiente al bipartistmo apuntan a salvaguardar sus privilegios y a perpetuar el status quo de las injusticias estructurales del capitalismo. Para esto necesitan mellar el potencial transformador que tiene el movimiento popular.
Este juego de alternancia se legítima con el simulacro de democracia en el que vivimos, que asume siempre el deber republicano de honrar y pagar (con la nuestra) la deuda externa por más fraudulenta que sea y de postergar el pago de una deuda interna que se acrecienta, como está pasando ahora a toda marcha, o que en el mejor de los casos posibles puede llegar a reducirse un poco pero que, al fin de cuentas, bajo estas reglas nunca podrá saldarse.
La tarea de saldar la deuda con el pueblo no pasa por declamar que hay que terminar con el hambre y la pobreza. Pasa por terminar con el doble discurso que busca sin éxito conformar al gran capital concentrado y, al mismo tiempo, a una clase trabajadora que genera la riqueza y que se hunde en la miseria. La tarea de saldar la deuda interna pasa por confrontar con el posibilismo dogmático, que no confronta con las causas que generan el hambre y la pobreza.
Sin la herramienta política que asuma consecuentemente la defensa de los intereses populares y de la soberanía nacional no podremos construir una verdadera democracia en la que la vida digna sea una realidad para todxs, no podremos, en definitiva, saldar jamás la deuda interna.
Violencia es mentir
Los números de la macroeconomía comienzan a mostrar una leve curva ascendente. Se aprecia también una reducción de la inflación y del riesgo país. Pero esos números en sí no indican absolutamente nada sin un contexto concreto. No obstante el crecimiento en abstracto al que alude el gobierno refuta eso de que “no hay plata”, latiguillo con el que justifica el ajuste salvaje contra el pueblo.
Viene al caso recordar que algunos años atrás se conoció un video en el que se lo ve al hoy todopoderoso ministro de desregulación estatal, Federico Suturzenegger, dando cátedra en un perfecto inglés, y en una abierta reivindicación a Goebbels, sobre cómo mentirle al pueblo en la cara para ganar su adhesión y poder acentuar la explotación y el ajuste contra la clase trabajadora, con el evidente objetivo de concentrar más todavía la riqueza capitalista.
El sacrificio en aras de una prosperidad futura que nunca llega recae sobre las espaldas de lxs mismxs de siempre y en estos momentos con un peso aún mayor al que hemos sabido soportar, por lo menos, a largo de toda la historia reciente, desde la recuperación de la institucionalidad constitucional.
Mientras la rentabilidad en dólares de las empresas monopólicas que hoy brindan con el mejor champagne francés aumentó en un promedio de 150 por ciento, además de resistir al ajuste que licuó a una velocidad récord nuestros ingresos las grandes mayorías populares tenemos que lidiar con la violencia de este gobierno que se expresa no solamente a través de la represión pura y dura, sino con la provocación y la mentira como armas predilectas.
Sin sonrojarse Milei es capaz de afirmar que en esta Argentina de remate “se redujo la pobreza”, “aumentaron los programas sociales para atender las necesidades de niñxs y adolescentes”, “lxs jubiladxs ahora ganan más en dólares que el año pasado” y que se está avanzando para que nuestro país pueda ser “una potencia nuclear”.
La realidad, en cambio, refleja que la pobreza aumentó por encima del 55 por ciento y que siete de cada diez niñxs son pobres, que lxs jubiladxs tienen que elegir entre comer o medicarse para sobrevivir y que la desfinanciación en el sector nuclear superó el 30 por ciento, con sueldos que cayeron cerca de 40 puntos porcentuales, generando las condiciones para una nueva fuga de cerebros.
Como ya hemos dicho lxs más perjudicadxs por las políticas criminales de este gobierno fueron nada menos que lxs adultxs mayores y lxs niñxs.
El hecho de que los medicamentos salgan más caros que en Europa y que a más de un millón de jubiladxs se les quite la cobertura sin costo que tenían se vuelve más indignate cuando se conoce que el Pami multiplicó en un 600% el presupuesto destinado a los prestadores privados en comparación al año pasado. Otra vez, sí hay plata. Pero esa plata va para la medicina privada y no para quienes han trabajado 40 años o más y no pueden hoy acceder a una caja de aspirinas.
El avasallamiento contra los derechos de la niñez también avanzó sin piedad y se manifestó en los recortes a la educación pública, en la reducción de becas y el congelamiento de programas como el Progresar. El ajuste en políticas alimentarias y educativas destinadas a la infancia y la adolescencia alcanzó un total de 3.5 billones de pesos. En concordancia con sus políticas nacionales en el plano internacional el gobierno votó contra una resolución de la ONU que fomentaba “intensificar esfuerzos para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y niñas” y festejó cada bomba que el Estado infanticida de Israel arrojó contra niñxs y adolescentes en Gaza.
Los paquetazos de regalo para el arbolito suman más tarifazos impagables, más despidos por doquier, como los 2500 en el ministerio de justicia en la última semana, más desregulaciones estatales que ya alcanzan a unas 200 áreas según anunció con brindis incluido Sturzenegger en estos días, y la venta de bienes del Estado, como las de los altamente cotizados y codiciados predios de la sede del INTA en Palermo o el edificio donde funcionaban las oficinas de Ciberseguridad en Puerto Madero concretadas en las últimas horas.
El ajuste no cierra sin represión y sin mentiras. El decreto para habilitarles funciones de seguridad interior a las FFAA con la excusa de “combatir al narcotráfico y repeler amenazas del exterior” busca aumentar la coerción social y la cacería política. Este decreto, antes que una aberración inconstitucional inviable, es una amenaza de extrema gravedad que puede retrotraernos a prácticas propias del terrorismo de Estado si no lo anulamos en la calle, con la movilización popular, como ya lo hiciéramos en el gobierno macrista.
La represión y la mentira tuvieron su máxima expresión reciente en Orán, con el asesinato a manos de la Gendarmería de Fernando Gómez, un trabajador informal acusado de narcotraficante por la ministra de seguridad.
Fernando tenía 27 años y era padre de tres hijos. Convivía con 11 personas en la extrema pobreza, en un “rancho de madera con piso de tierra, dos camas, una mesa chiquita y una tele para 12 personas”. La escena descripta entre lágrimas por su mujer nos remite al dolor de la pobreza pintado en el cuadro de Berni “La Navidad de Juanito Laguna”, que ilustra este editorial.
Exigir justicia por Fernando no es apenas un deseo para estas navidades. Tiene que ser la lucha que le marque un límite definitivo a este gobierno neofascista y ultraliberal. Para celebrar su asesinato, la también instigadora política de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, aseguró en sus redes sociales que “el que las hace las paga”.
Que así sea esta vez. Salud.