Las elecciones legislativas del último domingo en todo el país refrendaron una tendencia que se venía observando a lo largo de los comicios provinciales: el 2025 fue el año con menor participación del electorado desde la recuperación de la institucionalidad democrática en 1983. La victoria apabullante en las urnas de La Libertad Avanza es a la vez una victoria del imperialismo yanqui, de los enemigos jurados de nuestra patria y nuestro pueblo. Para quienes defendemos los intereses nacionales y populares no hay nada que festejar. La injerencia directa y llana de Donald Trump y Scott Bessent en la campaña electoral fue decisiva en el resultado.
El campo popular sufre una enorme crisis de representación que no podrá resolverse sin una verdadera alternativa política, la cual será disruptiva y anticapitalista o no será. Ganó una vez más el discurso de la antipolítica y del individualismo exacerbado. Y perdió una vez más la idea del posibilismo como respuesta a los múltiples problemas que enfrenta a diario la gran mayoría de nuestra sociedad, que desde hace más de una década comprueba con indignación cómo gobierno tras gobierno, se derrumban sus ingresos.
El agravante de este triunfo de la derecha neofascista, neocolonial y ultraliberal en relación al de 2023 es que ahora ya estaba probado en la práctica que todas sus amenazas eran ciertas.
Resulta alarmante el hecho de que cerca de la mitad de los votantes, sumando los de LLA en alianza con el macrismo y aquellos que eligieron apoyar en sus provincias a las distintas opciones que fueron un sostén para asegurar las reformas regresivas del gobierno nacional, hayan sido indiferentes en su conjunto al brutal ajuste que se expresa crudamente en cientos de miles de despidos, decenas de miles de fábricas y Pymes cerradas, jubilados hambreados y reprimidos, recortes criminales en discapacidad y pediatría, congelamiento y suspensión de programas de ayuda social y de prevención de las violencias de género, achicamiento extremo de la inversión en educación, salud, ciencia y cultura, entre un largo etcétera de retrocesos que afectan de lleno al bienestar común.
Los escándalos de corrupción y de vínculos con el narcotráfico que involucraron a candidatos y funcionarios de primera línea del gobierno de Javier Milei no resultaron tan escandalosos a la hora de la votación. Las declaraciones de Patricia Bullrich culpando al feminismo por la escalada de femicidios que tuvo lugar en las últimas semanas no le impidieron que ganara cómodamente la elección en la Ciudad de Buenos Aires.
Mientras que la obscena entrega de nuestros recursos naturales y de la soberanía nacional evidenciada con la presencia de tropas militares estadounidenses en las bases navales de Mar del Plata, Bahía Blanca y Ushuaia, a través de la voluntad explícita de privatizar las centrales nucleares e hidroeléctricas y por medio del nuevo “Estatuto Legal de Coloniaje” con el FMI, el gobierno de los EE.UU. y el banco JP Morgan para que se hagan cargo de facto del rumbo económico y político de nuestro país, no fue un factor que jugó en contra del desempeño electoral de la LLA. Más bien todo lo contrario.
Este cuadro de situación nos demanda con urgencia fortalecer la batalla cultural e ideológica como parte intrínseca de la lucha política y reivindicativa concreta, si es que queremos fortalecer la vocación de poder del movimiento popular y revertir la tragedia social que estamos viviendo. La correlación de fuerzas adversa que pone de relieve el resultado de la elección del último domingo, sin dudas, puede ser modificada. Para eso será necesario modificar también la hegemonía que aún prevalece en el campo popular, enfrascada en el institucionalismo estéril de una democracia restringida, ensimismada en roscas internistas y cada vez más alejada de las bases y de sus luchas. Gran parte de la dirigencia política y sindical que se asume opositora vio pasar semejante crisis desde las ventanas de sus despachos.
No existen argumentos que justifiquen evitar los debates y autocríticas que hacen falta para construir unidad programática, unidad en serio, organizada y poner en marcha un proyecto para la Refundación y la Liberación de la Patria. En ese camino inevitablemente habrá que decidirse a traspasar los estrechos márgenes de una democracia burguesa tutelada por los monopolios y el capital financiero transnacional y crear con poder popular una nueva democracia, participativa y protagónica, apoyada en un nueva Constitución Nacional que garantice verdaderamente nuestros derechos para vivir dignamente.
Como marco de la crisis que atraviesa la Argentina, atada de pies y manos a los designios de Washington, la crisis global del sistema capitalista en acelerada descomposición vuelve cada vez más salvaje el accionar del imperialismo, que desata guerras y genocidios, impone bloqueos, amenaza con invasiones y apela al neofascismo y la desestabilización para apuntalar su debilitada hegemonía y recuperar la tasa de ganancias afectada por el avance de un mundo multipolar, promotor de la paz y el desarrollo compartido.
El gobierno de Milei representa todo eso. Es el gobierno del capital financiero global más concentrado.
Pensar que a este sistema basado en la explotación y la alienación se lo puede humanizar en nuestro país sería persistir en los errores, las limitaciones y las concesiones que nos trajeron hasta este presente trágico. El punto de partida para conformar una alternativa que defienda consecuentemente los intereses soberanos y populares tiene que ser el desconocimiento de la estafa de la deuda externa y el horizonte poscapitalista, emancipador, que aporte a un proceso de integración latinoamericana antiimperialista, hacia el que proponemos andar en unidad es el socialismo por el que lucharon, desde sus distintas tradiciones políticas, nuestros 30 mil compañerxs detenidxs-desaparecidxs.
Los millones de votos de LLA obtenidos en esta elección no le dan ninguna legitimidad al gobierno para rematar la patria y aplastar la dignidad de nuestro pueblo. Este proyecto de timba financiera concebido para agigantar las fortunas de unos pocos y la pobreza y la exclusión de las grandes mayorías no podrá sostenerse por mucho tiempo. Pero para derrotarlo cuanto antes habrá que luchar sin tregua.
La anunciada segunda parte de la Ley Bases y el combo de reformas laboral, previsional y tributaria que intentará implementar en lo inmediato el gobierno de Milei, aprovechando el viento de cola del reciente triunfo electoral, ensancharán las diferencias sociales y agudizarán la conflictividad. Ante lo cual se impone la convocatoria a un plan de lucha con movilización en todas las provincias como una bisagra en el proceso de resistencia, aún dispersa, para unir y fortalecer todas las demandas contra el ajuste, la entrega y la represión y sentar las bases desde abajo para la alternativa política que necesita nuestro país.
La esperanza está en las calles, en los lugares de trabajo, estudio y en cada barriada. Confiamos en la capacidad combativa del pueblo argentino, al que desde el Partido Comunista le ofrecemos un puesto de lucha.
Distribuir la riqueza no solamente es necesario, es urgente y es posible.
¡Demos vuelta la motosierra!
Declaración del Secretariado Nacional del Partido Comunista de la Argentina