Lo dijo la periodista y analista internacional, Stella Calloni, al analizar la política exterior del gobierno de Javier Milei en torno a la cuestión Malvinas y a las relaciones con EE.UU., en el marco del 42 aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas y de una nueva visita al país de la general estadounidense Laura Richardson, Jefa del Comando Sur.
—A 42 años del inicio de la Guerra de Malvinas: ¿en qué momento de la lucha argentina por la soberanía nacional en el Atlántico Sur nos encontramos con el gobierno de Javier Milei?
— Creo que en el peor momento desde que terminó la guerra y uno de los peores sino también el peor desde la ocupación británica en el siglo 19. Y eso que los antecedentes que dejó el anterior gobierno de derecha, el de Mauricio Macri, ya eran muy malos para el país.
Hay que recordar que en su momento, en medio de la pandemia, Patricia Bullrich había ofrecido entregar las Malvinas a cambio de las vacunas Pfizer. Macri decía que el país ya tenía demasiados problemas como para meterse con la cuestión Malvinas, es decir, no consideró durante su gobierno la cuestión como un problema de soberanía nacional.
Ahora bien, en la actualidad la profundidad del problema es de otra dimensión. Para decirlo con todas las letras: la política exterior del actual gobierno favorece decididamente a los intereses de Gran Bretaña y de la Otan en la región y afianza el dominio colonial británico en las Islas Malvinas.
— ¿Y eso qué consecuencias puede tener?
— El daño a la soberanía nacional puede ser irreversible. Y no se trata sólo de Gran Bretaña, sino también de EE.UU., como así también de los gobiernos provinciales.
Recientemente el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, firmó con el embajador Stanley un convenio de asistencia para combatir la pesca ilegal en el Mar Argentino.
Con el argumento de repeler a los barcos de bandera china que pescan en el Mar Argentino, Estados Unidos a través de un gobernador de provincia logró tener presencia en aguas argentinas.
Lo curioso es que en paralelo Gran Bretaña extiende también su presencia en las aguas del Atlántico Sur.
Justamente este gobierno mantiene relaciones de complicidad con Gran Bretaña, especialmente con su actual Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron.
Por eso no es casualidad que, como decía, con el gobierno de Milei los británicos hayan incrementado su injerencia en el Mar Argentino. Por todo ello lo que está en juego son los recursos naturales, que también son económicos, de la Patagonia argentina. En todos los casos se trata de una violación de la soberanía nacional.
— En este contexto de flagrante violación de la soberanía nacional y de aumento de la injerencia de EE.UU. en el país a distintos niveles, se produce por estas horas un nuevo desembarco de Laura Richardson, jefa del Comando Sur. Richardson tiene previsto reunirse con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Defensa, Luis Petri. Incluso existe la posibilidad de un encuentro con el presidente Milei. ¿Cómo interpretar esta llegada en una fecha tan especial, tras la reciente visita del director de la CIA, William Burns?
— Del único modo que se puede interpretar, como un ejemplo más de la entrega de la soberanía nacional por parte del actual gobierno y como un ejemplo de la política de recolonización de Estados Unidos hacia América Latina.
En este marco, la visita de Laura Richardson en las vísperas de un nuevo aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas y en medio de la escalada militar de Israel en Medio Oriente no nos puede extrañar nada.
Con Richardson no desembarca solamente EE.UU., sino también Israel y Gran Bretaña. Actualmente estos tres países conforman el triángulo básico de la avanzada colonialista e imperialista en los países de América Latina, Asia y África. En este contexto la política exterior de Argentina, dirigida por el actual gobierno de Javier Milei y de su canciller Diana Mondino, es absolutamente servil a los intereses de este triángulo.
En distintas ocasiones, Milei en campaña explicitó que contaba con el apoyo de Israel y de sectores muy importantes de Estados Unidos. Por eso, a quienes en ese momento denunciamos que una victoria de Milei iba a conllevar un aumento de la influencia estadounidense, de Israel y Gran Bretaña en la política interna argentina, ahora no nos sorprenden para nada hechos como la visita del jefe de la CIA o los constantes contactos de Richardson y de los altos mandos del Comando Sur con el gobierno de La Libertad Avanza.
Incluso, la influencia de estos países puede verse claramente en el DNU 70/2023, parcialmente vigente, en el que algunos artículos parecen haber sido escritos por embajadores de estos países.
Un ejemplo concreto se puede leer en la derogación de la Ley de Tierras, que abre las puertas a la extranjerización sin control de territorios sumamente sensibles y estratégicos para la seguridad nacional.
Otros ejemplos los conocimos luego en algunos artículos del proyecto de ley ómnibus. Todo esto quiere decir que antes de que asumiera Milei se había escrito y negociado un plan de reformas con representantes de estos países.
En resumen, lo que propone el gobierno de Milei es un país dependiente, totalmente inerme y vinculado colonialmente con los Estados Unidos, con Israel y con Gran Bretaña.
— Todo esto en un contexto en el que Israel profundiza sus ataques en Medio Oriente, esta vez en Siria atacando el consulado de Irán. O en el que Francia se muestra decidida a intervenir concretamente con tropas en Ucrania contra Rusia. Tanta agresividad, que en apariencia emerge como una demostración de fuerza en realidad también puede ser un signo de crisis y de pérdida de hegemonía por parte de aliados históricos de EE.UU. en diversas partes del mundo. ¿Qué pasa con América Latina dentro de este panorama mundial?
— Lo primero que quiero decir es que estamos viviendo un período histórico muy perverso. No hay que olvidarse que el siglo 21 comenzó con ataques típicamente coloniales perpetrados por Estados Unidos, y con participación de la Otan, en Afganistán e Irak.
En América Latina se viene profundizando desde hace tiempo una táctica de agresión permanente por parte de EE.UU., con injerencias que se hacen a la vista de todos.
Por eso sostengo que América Latina es una región que está en guerra. Es decir, una región que está siendo agredida desde hace tiempo ya por un proceso de recolonización impulsado por Estados Unidos, que despliega una política de cooptación y dominio hacia las llamadas derechas del continente.
Con la llegada de Milei al gobierno en Argentina, Estados Unidos puede ahorrarse todo el trabajo, ya que ahora el país está dirigido por una persona que en sus más profundas convicciones considera que lo mejor que le puede pasar al país es entregarse a los intereses norteamericanos.
Milei es un ultraortodoxo en materia económica, al punto que el propio Fondo Monetario le pide que modere un poco la interpretación de sus recetas de ajuste, con el propósito de que su aplicación sea sostenible.
Por estos factores lo que pasa en el mundo influye directamente en Argentina. Esto es así porque en el escenario internacional se articuló un eje Trump-Bolsonaro-Netanyahu al que se incorporó recientemente Milei.
— Con esta política exterior y con este marco de alianzas: ¿qué cabe esperar que pase en el corto y mediano plazo con Argentina?
— Creo que Argentina se tiene que mirar en el espejo de Ecuador, un país que está sufriendo una violencia inédita para su historia. Ecuador era un país que había expulsado una base norteamericana en los tiempos de Rafael Correa, porque se consideraba que América Latina era una región de paz.
Por eso hay que estar muy atentos a lo que deje la visita de Richardson a la Argentina. Hay que recordar que hace unas semanas Milei viajó a la Antártida y uno de los motivos del viaje fue para firmar un acuerdo por el que, con la excusa de la cooperación en el cuidado del medio ambiente, se autoriza a los Estados Unidos a abrir una base en la Antártida, dentro del sector de Argentina.
Se trata de un acuerdo que tendría que pasar por el Congreso, pero casi no ha tenido repercusión política ni mediática.
— ¿Por qué?
— Porque el gobierno de Milei cuenta con el apoyo de gran parte de los medios de comunicación y porque una parte muy importante de la política argentina está sometida voluntaria o involuntariamente a los intereses de los Estados Unidos. Es lamentable, pero es así.
Y es lamentable porque América Latina está en peligro. La región tenía muchas esperanzas depositadas en Argentina con las elecciones de 2023. Es un país estratégico que debe ser recuperado y en el destino de Argentina se juega también el destino de América Latina: o nos recolonizan definitivamente o nos independizamos de una vez por todas.