A sólo tres meses de su investidura, una moción de censura se llevó puesto al Gobierno que Emmanuel Macron rosqueó con la derecha para evitar el Nuevo Frente Popular pusiera al primer ministro, tal como lo había establecido el mandato surgido de las elecciones.
Lo que mal comienza mal termina y el fascismo no paga…ni siquiera a la centroderecha que se jacta de ser prolijita. Son dos apotegmas que, probablemente, a partir de ahora Emmanuel Macron comience a tener un poco más claros, tras la caída del gobierno que el presidente de Francia impuso, con el guiño de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, y vulnerando la voluntad popular que en las elecciones legislativas había determinado que era el Nuevo Frente Popular (NFP) quien debía formar gobierno.
Cabe recordar que en tales circunstancias, lejos de aceptar lo que había decidido la elección, Macron ni siquiera recibió al NFP, rosqueó con todo el abanico de derecha y así pudo armar un rejuntado que acabó con la investidura del conservador Michel Barnier como primer ministro y encargado de proseguir con el programa de ajuste que venía desarrollando Gabriel Attal.
Como se recordará tanto en la primera vuelta del 30 de junio como en el balotaje del 7 de julio, se impuso el NFP, coalición que entre otros integran el Partido Comunista de Francia (PCF), La Francia Insumisa, el Partido Socialista y Los Ecologistas. De este modo, se quedó con 182 de las 577 bancas de la Asamblea Nacional y 98 en el Senado, lo que la convierte en la primera minoría. Por lo tanto, el NFP debió tener la responsabilidad de formar Gobierno, para lo que postuló a la socialista Lucie Castets, pero en lo que oportunamente el PCF denunció como “un golpe antidemocrático”, Macron rechazó nombrar Castets como primera ministra y se justificó diciendo que hacerlo hubiera implicado “una amenaza a la estabilidad institucional”.
Lo pretendió ocultar Macron con esa excusa, es que no accedió a dialogar con el NFP porque nunca estuvo dispuesto a aceptar que ese espacio que va desde el centro izquierda hacia la izquierda del panorama político francés, formara un gobierno que de acuerdo a su compromiso electoral, iba a frenar el plan de ajuste que el actual Presidente impone en tándem con el Banco Europeo y el FMI, al tiempo que se planteaba cuestionar seriamente una política exterior que de la mano del actual mandatario, está arrastrando a Francia a una sumisión perruna con la Alianza del Atlántico Norte, lo que la lleva a aceptar posiciones cada vez más peligrosas dentro del esquema de agresión que la Otan sostiene contra Rusia.
Con este telón de fondo, entre gallos y mediasnoches, Barnier se convirtió en primer ministro y brazo ejecutor de un programa que a contrapelo de lo que expresaron las urnas, al tiempo que le dio una vuelta de rosca más al ajuste que había llevado a que Macron tuviera magros resultados en las elecciones de representantes al Parlamento Europeo, lo que lo impulsó a convocar a elecciones anticipadas que son en las que, finalmente, se impuso el NFP en primera y segunda vuelta.
Así las cosas, la crisis estalló cuando el binomio Macron-Barnier intentó imponer su Proyecto de Presupuesto y entonces el miércoles pasado, el gobierno perdió en una moción de censura que, con votos por izquierda y derecha, consiguió sumar 331 voluntades, esto es 43 más de las necesarias. Esto implica la caída inmediata del gobierno de Barnier a apenas tres meses de su conformación, al tiempo que pone a Macron en una situación engorrosa, porque no puede convocar elecciones anticipadas ya que la Constitución lo inhibe de disolver la Asamblea Nacional antes de que pase un año de su constitución.
Hoja de ruta
Con este panorama, el PCF fue claro al hacer hincapié en que “después de la censura es preciso intensificar la movilización social para lograr un cambio de políticas” por parte del gobierno. Y, en este sentido, puntualizó que la moción de censura que se llevó puesto al gobierno de Barnier, “es la consecuencia lógica de la elección irresponsable por parte del presidente del primer ministro, y de proponer un presupuesto que va contra el mundo del trabajo y el pueblo”, ya que “persigue una política que fue rechazada masivamente por el pueblo francés y que sólo sirve al universo del capital”.
Asimismo, recalcó que quienes componen el NFP, pero también “todas las fuerzas de izquierda”, tienen la responsabilidad de contribuir a la construcción de una alternativa política “que se base en las demandas que crecen en el país, trabajando para construir las convergencias necesarias con los trabajadores y sus organizaciones sindicales y todas las fuerzas productivas de Francia”.
De ahí que, sin dudarlo, el PCF convocó a los trabajadores, estudiantes, jóvenes y jubilados “a actuar juntos, rechazar la dictadura de los mercados financieros y construir reuniones populares y mayoritarias para lograr un cambio de dirección” en el país. Y, en esta dirección, durante estos días su militancia participa en movilizaciones y actos en diferentes regiones de Francia que fueron convocados, entre otros sindicatos, por los que agrupan a estibadores y a los trabajadores ferroviarios.
“Movilicémonos juntos para derrotar a la política implementada en la cúpula del Estado por las fuerzas de derecha y de extrema derecha”, instó el PCF y añadió que esa es la forma para lograr “la instauración de un gobierno capaz de construir mayorías sobre la base de las propuestas que el Nuevo Frente Popular defendió de cara a las elecciones”. Ya que, remarcó, esa es la única manera de “hacer frente a la crisis económica, responder a las demandas populares y afrontar los desafíos sociales, ecológicos, económicos, políticos e internacionales”.
Entre los principales puntos del programa propuesto por el NFP, el mismo que Macron abortó al negarse a la designación de Lucie Castets como primera ministra, figura la derogación de la regresiva reforma del sistema de pensiones impuesta por Macron durante 2023, un aumento de salarios y jubilaciones, que se garantice por ley la igualdad en el ámbito profesional entre mujeres y hombres y el establecimiento de un plan de emergencia tendiente a generar empleo y el desarrollo de la industria y la agricultura.
También la reducción de las tarifas de los servicios de energía, el congelamiento de los alquileres y relanzamiento de políticas que enfrenten el cambio climático, así como la puesta en marcha de una mirada que “reconecte a la acción diplomática de Francia con la búsqueda de la paz”, ya que insiste el PCF, “frente al daño de las políticas capitalistas, sólo se requiere una solución: emancipar a nuestras economías de su dependencia de los mercados financieros, imponiendo otro uso del dinero de los bancos y bancos centrales, para ponerlo al servicio del desarrollo de las capacidades de todos los seres humanos”.