En Villa Gobernador Gálvez, parte del Gran Rosario, una sobreviviente identificó un centro clandestino de detención, que funcionó durante la dictadura en lo que por entonces era la Casa Quinta de Comandantes del Ejército. Desde el PC rosarino se destacó el avance.
“Este descubrimiento confirma que la represión durante la última dictadura militar no era improvisada, como tratan de afirmar los abogados de los responsables civiles del terrorismo de Estado”, afirmo el secretario del Partido Comunista de Rosario y referente de derechos humanos de la ciudad, Norberto Champa Galiotti, tras la identificación de un centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura en lo que por entonces era la Casa Quinta de Comandantes del Ejército.
Fue días atrás cuando, tras 44 años de su cautiverio, Graciela Esperanza Villarreal, pudo ingresar al edificio para reconocer con detalle el sitio donde funcionara ese centro clandestino de detención del que no se tenía registro.
Este predio se ubica en Ayacucho y avenida de Circunvalación en Villa Gobernador Gálvez donde, tras el testimonio de Graciela Villarreal, la fiscalía a cargo de Adolfo Villate pudo confirmar que allí, al menos durante 1976, funcionó un centro clandestino de detención.
En esta locación, los viernes se reunía el por entonces general Leopoldo Fortunato Galtieri con empresarios de la zona para planificar la represión.
La Casa Quinta de Comandantes que pertenecía al Segundo Cuerpo del Ejército ahora será examinada por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que buscará establecer las disposiciones internas del edificio durante aquellos años, para poder reconstruir los testimonios de las víctimas.
Además, se intentará establecer si allí funcionaron fosas comunes, ya que varios sobrevivientes recordaron que los soldados se referían a “pozos” en el lugar, a los que no se tenían que acercar.
El fiscal Villate destacó que "ahora el Equipo Argentino de Antropología Forense va a trabajar sobre el predio, además de conseguir planos históricos y fotos satelitales, para conocer si hubo desplazamiento de antiguas construcciones y si hubo cambios en la casa. También para empezar a hacer esta investigación y encontrar si hay otras personas que por la fecha pudieron haber estado detenidas allí".
Graciela fue secuestrada el 27 de septiembre de 1976 y según pudo establecer, después de visitar tras cuarenta cuatro años la Casa Quinta de Comandantes, este fue el lugar al que fue llevada la noche de su secuestro por parte de las fuerzas armadas.
Memoria colectiva
Al respecto., Galiotti recordó que “civiles y militares formaron parte de un plan de exterminio” y enfatizó que, tal como lo confirman testimonios como el de Graciela Villarreal, “no había improvisaciones, pero tampoco fue una guerra”.
El terrorismo de Estado fue “una planificación perfecta, que tiene que ver con el Plan Cóndor. Esto hoy lo sabemos gracias a la memoria colectiva, los testimonios de las víctimas y familiares y el trabajo de un sector de la justicia comprometidos con la verdad -como el fiscal VIllate-, y no porque las fuerzas armadas o el Departamento de Estado de EE.UU. hayan facilitado documentación para esclarecer los hechos”.
Respecto al momento en el que se identifica este nuevo centro clandestino de detención, el dirigente del PC analizó que “en este contexto, en el que las fuerzas conservadoras, de derecha, reaccionarias y en algunos casos fascistas buscan amplificarse, la memoria colectiva es sumamente importante. No solo para continuar luchando por memoria, verdad y justicia, para restituir nietos apropiados o continuar desarmando el pacto de impunidad entre militares y civiles, sino también para mantener viva la historia de lucha de nuestro pueblo”.
Y enfatizó que “en Argentina la historia de la represión, del asesinato y de la desaparición no se circunscribe solo a gobiernos militares; también en democracia la hemos sufrido”.
Asimismo, Galiotti puntualizó que si bien en la actualidad “hay una lucha por el dolor, una lucha por la reparación histórica, no hay una lucha, todavía en nuestro país, que apunte a cambiar el sistema capitalista que es el que genera estas expresiones de represión, de odio y de xenofobia” y añadió que “la memoria colectiva tiene que ser orientada en las nuevas luchas, bajo la convicción que el capitalismo no se puede mejorar, hay que cambiarlo por el socialismo”.
En ese sentido, cargó contra aquellos discursos que buscan integrar a estas fuerzas armadas en la sociedad. Por eso, dijo que “las fuerzas armadas en Argentina han sido formadas en esta metodología, en la tortura, en la desaparición, en el ocultamiento de pruebas, en el robo, en la apropiación, en cambiar las propias actas de detención”.
De ahí que, planteó, “disentimos con el presidente, cuando en el Día del Ejército dijo que estas eran otras fuerzas. Son otras personas, la fuerza es la misma, formada en la misma tradición y costumbre represiva, que no permite que anide en ellas un espíritu democrático”.