La pandemia del Coronavirus agudizó las contradicciones sobre la ciencia y su rol en la sociedad. Nuria Giniger, integrante de la Corriente Liberación de Ciencia y Tecnología, recalcó la importancia de construir un sistema científico soberano y popular.
-Ante el covid-19, en Argentina se desarrollaron distintas investigaciones para combatirlo, ¿podemos decir que desde la ciencia se estuvo a la altura?
Este período demostró algunas cosas: una es el gran compromiso de la comunidad científica de ponerse a disposición de los requerimientos del Estado. El Ministerio la primer política que hizo fue la “Unidad covid-19”, que dentro de esa unidad se convoca a la comunidad científica a llevar sus producciones. Los y las científicas vimos que nos estaban convocando, y saber que hay un Estado que requiere nuestra labor es una señal distinta a la que teníamos durante los cuatro años anteriores. Teníamos desmantelamiento del Ministerio, de programas estatales, algo que hoy no ocurre. A su vez, vale mencionar que hay hallazgos importantes de una calidad que ya conocíamos, no necesitábamos una pandemia para saber que tenemos esa capacidad. Hay que señalar que en Ciencia y Tecnología llegamos a este gobierno con un programa construido en el seno de las luchas contra el macrismo y al Ministerio fue una porción de esos sectores y representa algunos de los puntos, no todos. El Ministerio convoca a través de laboratorios, todavía no hay una convocatoria popular para discutir cuál es el rumbo de la Ciencia y la Tecnología.
-EE.UU., Gran Bretaña y China son los más avanzados con la vacuna según la OMS, pero solo el país asiático remarca que su investigación sería de “bien público”...
La pandemia vino a plantear que el capitalismo es incapaz de resolver los problemas centrales de la vida, que es una discusión en la que los científicos y científicas tenemos que aportar. No sólo tenemos que aportar desde el desarrollo, tenemos mucho que decir respecto del momento histórico que estamos viviendo.
En relación a la vacuna, es interesante desde el punto de vista histórico que una potencia plantee que la vacuna es un bien común y no es una mercancía cualquiera. Todos los países y todas las personas del mundo tienen derecho a acceder a la vacuna, sin que eso implique morir pagándolo. Es una discusión que dimos un montón de veces, respecto a la propiedad privada, el bien público y los derechos a conquistar: que eso forme parte de la discusión mundial es una novedad, podemos discutir esas cuestiones en Argentina, profundizando la idea de que los bienes básicos tienen que ser bienes públicos porque son derechos. Hoy tenemos un marco favorable para dar la discusión en nuestro país, que hacía muchos años no la teníamos, hay una relación internacional que se está cambiando y aparecen cuestiones que tienen que ver con nuestra forma de ver al mundo.
-En Argentina, la farmacéutica estadounidense Pfizer viene a hacer pruebas de sus investigaciones, ¿cómo analizamos su llegada?
Vienen a probar la vacuna acá sin dejar nada, no solo no dejan una dosis porque seamos el país receptor, sino que no da la posibilidad de que se produzca en Argentina. Muy bien, vienen a probar la vacuna acá, pero ni siquiera forma parte de la discusión que nos ayuden a producirla, algo que un gobierno popular debe tener siempre en cuenta. La empresa viene, nos usa de conejillos de india y se va. Es el acuerdo menos auspicioso para la Argentina que se pudo haber hecho, no lo damos por cerrado, pero la discusión que tenemos que dar es cuántos de esos programas de articulación soberana se empiezan a plasmar. El sistema científico y tecnológico en estos meses se movió con mucha inteligencia con el Coronavirus, que está muy bien, pero requiere que repensemos los aportes soberanos de la Ciencia y Tecnología, que todavía está débil en el debate. Argentina le mostró al mundo que es un polo biocientífico, y eso lo tiene que desarrollar el Estado con los organismos públicos, no Pfizer. Esta dicotomía la puso blanco sobre negro la pandemia: tener expectativas de que empresas imperialistas van a ayudar a mejorar a la calidad de vida está demostrado que no es así y eso se profundizó en pandemia.
-En este escenario lleno de contradicciones que aumentan con la pandemia ¿cuál es el rol de la Corriente Liberación?
Hoy tenemos tres ejes fundamentales, articulados entre sí: en primer lugar organizar a una comunidad que hizo un proceso de lucha interesantísimo, que tiene perspectivas y necesidades gremiales como trabajadores. En segundo lugar hay que articular en unidad políticas que tiendan a la disputa por la soberanía y por el desarrollo de nuestro país frente al imperialismo hoy, el sistema científico es un sector clave en el mundo. En tercer lugar hay que sostener una mirada crítica respecto a un enfoque elitista de la ciencia, que la producimos personas de carne y hueso que tenemos los mismos problemas y deseos de la clase trabajadora. Hay que darle batalla a la concepción de que un científico es alguien de élite: esa es una tarea central de nuestra Corriente y para eso hay que luchar y organizarse.