De cara a un año electoral Milei redobla la apuesta. Por cadena nacional nos agradece a las víctimas del "ajuste más grande de la historia de la humanidad" el sacrificio que estamos haciendo y mientras las ventas en los supermercados caen por debajo de los niveles de diciembre de 2001, anuncia que por fin están llegando "tiempos felices". En tanto, el anuncio que sigue sin llegar es el de un paro general acompañado de un plan de lucha que unifique y potencie los reclamos dispersos de todos los sectores agredidos por las políticas antipopulares del gobierno.
El "milagro argentino", como dice el presidente que le dicen a su gestión en el mundo, sólo es posible por la descoordinación de la resistencia y porque en el marco de una profunda crisis de representación política por ahora no asoma en el horizonte inmediato un proyecto alternativo. Ese proyecto pendiente que debemos aportar a construir desde el Partido Comunista, con una base programática que convoque a un sujeto social mayoritario, tiene que pensarse desde la vocación de poder a corto y largo plazo y, por lo tanto, tiene que confrontar contra la alternancia propuesta por el sistema entre un polo de derecha cada vez más radicalizado y un polo demócrata cada vez más moderado.
Como ya hemos dicho la semana pasada, la Jornada Federal de Lucha del 5 de diciembre impulsada en unidad por las CTA fue un hecho político valioso pero sería un error considerarla la última convocatoria unitaria del año. Justo en estos momentos en los que los verdugos del pueblo aprietan la soga al cuello con más fuerza todavía, necesitamos soplar las brasas y mantener la calle caliente como anticipo de un 2025 que tendrá que caracterizarse por la lucha social más acá y más allá de la disputa electoral.
Durante su discurso del 10 de diciembre y en relación al balance del año de gobierno y al venidero año electoral Milei concluyó con honestidad brutal que «si hicimos todo esto con minoría en el congreso imagínense lo que podemos hacer si ganamos las próximas elecciones».
Claro que en la ecuación de esta promesa (o amenaza) el presidente pasaba por alto el entramado de corrupción para comprar voluntades de otras bancadas parlamentarias y sumarlas al oficialismo, operación que el caso Kueider dejó al desnudo. La captura con las manos en la masa de este senador expulsado del congreso muda de barrio las acusaciones de "chorros" y pega de lleno nada menos que contra la construcción simbólica que catapultó a Milei a la presidencia: "la lucha contra la casta".
Con piruetas discursivas el gobierno buscó primero evitar que se llegara con el cuórum para la sesión en la que se trataría el caso Kueider, intentó después que se suspendiera al aliado en desgracia pero que no se lo expulsara, maniobró más tarde para embarrar la cancha y cargarse en un mismo acto a Oscar Parrilli por el memorándum de entendimiento con Irán, aunque finalmente recalculó sobre la marcha cuando vio que los porotos no le daban y le soltó la mano al socio en cuestión, tildándolo de «kirchnerista». Por último, después de la votación, Milei salió a acusar de traidora a su vicepresidenta (a quien no invitó el 10 de diciembre) por haber habilitado el debate y terminó a los gritos en televisión pidiendo la anulación de la sesión. Estas escenas podrían parecernos cómicas si no se tratara de una tragedia.
El voto de Kueider fue el que inclinó la balanza para que se aprobara la Ley Bases, es decir la hoja de ruta del gobierno neofascista y ultraliberal, o sea, su plan maestro para el ajuste y la represión contra el pueblo, la entrega de soberanía a capitales transnacionales y el saqueo de los monopolios. La anulación de la Ley Bases, aprobada con votos comprados con la nuestra para seguir empobreciendo a las grandes mayorías y enriqueciendo a una exclusiva casta empresarial, es una reivindicación política que no puede estar ausente entre las demandas que llamen a un próximo e inmediato paro general.
Voltear esta ley de leyes del enemigo contra la que tanto hemos batallado es un motivo de sobra para salir a la calle a alterar la «paz social» que otros y otras parecen dispuestxs a garantizar durante diciembre, el verano y toda la temporada preelectoral; mientras el hambre, el desempleo y la pobreza no paran de crecer. "Ahora se viene la motosierra profunda", avisó con una sonrisa el experto en crecimiento con o sin dinero.
Con el recuerdo del 19 y 20 de diciembre de 2001
Este aniversario de la rebelión popular de 2001 además de llamarnos a no aflojar en la lucha sin tregua contra el gobierno (anti) nacional, debe llamarnos a la reflexión política sobre el ciclo histórico que se abrió con aquella pueblada contra el neoliberalismo y que se cerró hace un año atrás con el triunfo electoral de la ultraderecha, el cual está trayéndonos profundas consecuencias sociales, económicas y culturales que no dejamos de combatir. Sin embargo, el principal reto pasa por combatir las causas que permitieron el ascenso del neofascismo ultraliberal, que logró hábilmente resignificar por derecha banderas del 2001.
Esta reflexión política que venimos de ensayar en nuestro 28 Congreso será tanto más provechosa si promueve el debate colectivo con organizaciones compañeras de izquierda y del conjunto del movimiento popular. Con la derrota sufrida hace un año se cerró en la Argentina una etapa histórica que fue agotándose en las limitaciones de un proyecto de país que se propuso paliar los efectos más dañinos del neoliberalismo sin desmantelar su matriz económica.
"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo" era el grito combativo que hace 24 años retumbaba a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio, pero las limitaciones políticas e ideológicas de un proyecto que se asumió como nacional y popular y que se despegó de los principios ortodoxos del neoliberalismo sin atacarlos a fondo fueron las que permitieron que los mismos de siempre sólo se fueran (o permanecieran agazapados) por un rato. Y que volvieran una y otra vez en 2015 y en 2023, pero también adentro del Caballo de Troya del Frente de Todos, que convalidó la fraudulenta deuda externa del macrismo con el FMI, la mayor estafa de la historia contra nuestro pueblo.
El tiempo de los proyectos políticos que podían mejorar la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora sin afectar las principales ganancias del capital concentrado llegó a un techo histórico. En el actual contexto de crisis agudizada del capitalismo, con riquezas hiperconcentradas y ultrafinancierizadas, se ensanchan a toda velocidad las brechas sociales y la otrora ancha avenida del medio aparece cada vez más angosta.
Sturzengger, autor del Megacanje de la Alianza que derivó en el estallido social que eyectó al gobierno de De la Rúa y creador de las Lebacs que aceitaron la bicileta financiera durante el macrismo y engendraron la crisis de 2018 es también el ideólogo de la Ley Bases y del Mega DNU. «Vengo de dos gobiernos fracasados» reconoció, aunque valorando que ahora había a favor «un presidente de una convicción incalificable».
Va quedando claro para buena parte del electorado mileista que el producto electoral que compraron como lo nuevo no es otra cosa que el viejo ajuste neoliberal recargado.
Como en el caso del ministro de desguace estatal y a la vez jurado de los exámenes de idoneidad a lxs empleadxs estatales, los prontuarios de Luis «Toto» Caputtlo, artífice de la toma de deuda con el FMI con Macri y del lobby para seguir tomando más deuda con el FMi con Milei, así como el de Patricia Bullrich, que les recortó «valientemente» un 13 por ciento a lxs jubiladxs mientras era ministra de trabajo en la Alianza, los apaleó mientras era ministra de seguridad con Macri y los apalea ahora más fuerte como ministra de seguridad de Milei; van sumando al desengaño de votantes que ya comienzan a aceptar su error. Cuando Milei aludió en su discurso de balance y proyección del 10 de diciembre a «los fracasos económicos de los últimos 40 años» o a que la próxima elección era «un plebiscito entre el pasado de políticos rancios y la agenda del futuro» a ninguno de los tres se les movió un músculo de la cara.
Recientemente se conoció un dato que parece una metáfora de esta Argentina de remate pero que en realidad es una síntesis que la grafica literalmente. El oro que capitales transnacionales extraen de una de las minas más importante del país y exportan a todo el mundo no paga retenciones. La Barrick Gold, la minera más poderosa de extracción de oro a cielo abierto es la que goza de este privilegio y se lleva todo el oro que quiere sin pagarle un peso al Estado ni rendirle cuentas por la alta contaminación ambiental que produce su actividad mega millonaria en la mina sanjuanina de Veladero.
En el actual contexto de lucha contra este proyecto neocolonial que, con la Ley Bases como marco, decreta que se profundice la usurpación de tierras ancestrales de nuestros pueblos originarios y la liquidación de empresas estatales estratégicas como INVAP, IMPSA, Aerolíneas Argentinas, etcétera, cobra mayor relevancia nuestra participación como Partido Comunista en la Marcha a Lago Escondido, iniciativa que ya representa todo un símbolo de la defensa de nuestra soberanía. Para derrotar a este proyecto vendepatria de Milei y los monopolios hará falta, en definitiva, impulsar un proyecto que se trace el objetivo de la refundación de la patria, un proyecto de Liberación Nacional y Social que pueda avanzar apalancándose en el antiimperialismo.
La limitaciones ya señaladas de frustradas experiencias de gobierno que en la última década terminaron administrando el neoliberalismo que declamaban combatir van mutando ahora en una oposición paciente y respetuosa que se perfila como una opción electoral corrida del centro a la derecha de «buenos modales» .
Con este escenario se anotan para el relevo interno por derecha Mauricio Macri y Victoria Villarruel, que al mismo tiempo en que tenía lugar una nueva arremetida negacionista ante el poder judicial para liberar genocidas de la última dictadura aparecían carteles suyos empapelando las calles con la leyenda «la agenda de la Patria- Victoria conducción«.
Insistimos con que a este gobierno no se le puede dar un minuto de tregua y que, además en un año electoral, esa sería una pésima táctica, que sólo abonaría a consolidar y agravar el ajuste, la entrega y la represión en curso.
Por lo pronto, en nuestra agenda inmediata debemos fortalecer la presencia activa del Partido, la Fede y de nuestras distintas herramientas en la lucha de lxs jubiladxs, el sujeto social contra el cual más se ha ensañado el gobierno y su principal variable de ajuste. En este sentido tiene una importancia prioritaria la concentración que se está convocando a Plaza de Mayo para el lunes 23 por la tarde. En tanto que tenemos que disponer a nuestra militancia para los escraches e iniciativas de repudio popular contra las empresas distribuidoras de energía eléctrica durante todo el verano, para el que ya han anunciado cortes de luz programados pese a los tarifazos impagables.
La consigna de no darle ni un minuto de tregua al neofascismo ultraliberal que ocupa la Rosada no significa suscribir a un marchismo desenfrenado y sin planear una acumulación política entre lucha y lucha. Significa ser, además de combativos, eficientes en cada acción y concentrar esfuerzos para desgastar al gobierno. No es imposible echar al gobierno con la movilización popular. Claro que eso podría tener costos muy dolorosos. Aunque no menos dolorosos que los costos de darle margen para que sus políticas criminales sigan año a año cobrándose víctimas a diario.
En memoria de nuestra camarada Graciela Acosta y de los 38 compañerxs asesinadxs en las luchas del 19 y 20 de diciembre de 2001, ¡construyamos alternativa y rompamos la motosierra!
