La motosierra les está pasando por encima a los organismos estatales encargados de mantener viva la memoria de la etapa más trágica de nuestra historia.
No se trata de otro ajuste más para alardear déficit cero achicando el gasto público y anunciando números en planillas de Excel que venden la idea de un sosiego económico inexistente en la realidad diaria de nuestro pueblo. La avanzada contra la Memoria, la Verdad y la Justicia tiene por objetivo otorgarles impunidad a los genocidas, naturalizar el neofascismo y condenar al olvido a una generación que luchó por un proyecto revolucionario en la Argentina.
El acto del 27 de diciembre en la ex Esma, convocado a partir de los despidos y el desguace de áreas en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, se desarrolló en un contexto que demuestra que no nos han vencido: la aparición del nieto 138, ignorada de plano por el gobierno.
Policías de civil fotografiaban a lxs trabajadorxs despedidxs y a quienes les acercaban su solidaridad con el único propósito de amedrentar y con la fuerte carga simbólica de hacerlo en el que fue el mayor centro de desaparición y exterminio de la última dictadura. Pero la masividad de la concurrencia dejó en ridículo el montaje de persecución política. Miles de personas coparon la ex ESMA para apoyar a lxs trabajadorxs del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y del Archivo Nacional de la Memoria y para recordar una vez más y todas las veces que hiciera falta que el pueblo unido ha dicho Nunca Más.
Por esta misma causa y en el mismo lugar, aún más masiva fue la respuesta a la convocatoria al acto y festival cultural del último sábado. En estas luchas el Partido Comunista estuvo presente.
Así como el verano pasado fuimos parte de una vanguardia de organizaciones políticas, sociales y sindicales que en unidad de acción frenamos en la calle el proyecto de “Ley Ómnibus”(que luego tuvo que ser acotado a menos de la mitad de sus artículos en su reversión de “Ley Bases”, aprobada finalmente en junio mediante la compra de votos), este verano tenemos que volver a estar en la primera línea de la resistencia popular contra una avanzada que más que negar el genocidio de la última dictadura cívico-militar, lo justifica y lo reivindica.
El secretario de DDHH, Alberto Baños, nunca pisó el Conti, el ANM ni ninguno de los ex centros clandestinos recuperados como sitios de memoria que con el vaciamiento y los despidos que ordenó corren riesgo de cierre. Pero, eso sí, habla de “memoria completa”.
Esta es la consigna que desde siempre han levantado los genocidas y sus voceros orgánicos como Cecilia Pando y la vicepresidenta, Victoria Villarruel, que sobreactúa internas palaciegas calculando un plan B. En dicho escenario se autopercibe como máxima referente de la ultraderecha y con capacidad política de traccionar a sectores de la derecha peronista refractarios a dejarse conducir por el kirchnerismo. En definitiva, las diferencias manifiestadas por Villaruel (y sus seguidores) con Milei apuntan mucho más a las formas poco civilizadas del presidente que a la barbarie de cada una de las medidas que pone en práctica.
Claro que el ataque sistemático a la Memoria, la Verdad y la Justicia también se da en función de la profundización del plan económico vendepatria y liquidacionista de la industria nacional que emprendió la dictadura genocida. No es casual que de la mano del ataque a estas banderas que representan el consenso social mayoritario más importante que hemos podido lograr a lo largo de cuatro décadas de democracia restringida, se recargue el ajuste al bolsillo de la clase trabajadora.
La reforma laboral que prepara el gobierno para llevar al congreso en marzo representa un retroceso de más de 100 años. Plantea modificar la Ley de Contrato Laboral, permitiendo jornadas de 12 horas de trabajo y quitando el pago de horas extras. Además propopne la liquidación de sueldos a través de billeteras virtuales, para seguir beneficiando al dueño de Mercado Pago y evasor serial Marcos Galperín y fomentando todavía más la desregulación laboral. Entre otras calamidades, el proyecto que trascendió habilita el retorno de los tickets canasta para el pago de salarios, el fraccionamiento de las vacaciones y el beneficio a la patronal de abonar indemnizaciones en 12 cómodas cuotas.
“¿Para qué quieren trabajar menos?” había preguntado en 2023 en un debate en el congreso sobre la reducción de la jornada laboral el hombre fuerte de Techint y actual secretario de trabajo, Julio Cordero. Para luchar por nuestra dignidad, por la riqueza que generamos con nuestro trabajo y mandar al fondo de las cavernas a personajes como él.
El proyecto de lxs 30 mil
Así las cosas, Sturzenegger presenta y celebra nuevos informes según los cuales entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024 la Administración Pública Nacional redujo su personal un 10,4 por ciento y las empresas estatales un 13,1. En tanto que la peor parte la llevaron lxs trabajadorxs precarizadxs por el Estado en sus distintas variantes de contratación, sufriendo reducciones que van desde el 18,3 al 48,7 por ciento.
Claro que la motosierra no pasa solamente por el sector público: ya son más de 15 mil las Pymes que cerraron como consecuencia de las políticas de Milei. Mientras la retracción del consumo en sectores medios y bajos de la clase trabajadora llega a índices del 2001, Milei publica en sus redes que los shopping desbordaron de gente para las compras navideñas mostrando una foto de un centro comercial en China y Scioli truca una foto en la costa para disimular la peor primera semana de enero en mucho tiempo para la mayoría de las ciudades balnearias.
Desde sus vacaciones, que comenzaron mucho antes que el verano, Andrés Rodríguez no la ve. “No vemos que la gente quiera acompañar un nuevo paro general”, sostuvo por estas horas el secretario general de UPCN, el mismo que homologó con su firma una tras otra las paritarias que hundieron los salarios estatales por debajo de los niveles a los que habían caído durante el macrismo.
Entre la complicidad manifiesta de la cúpula de la CGT con el ajuste y la calma chicha que profesan dirigentes que hacen parte de la hegemonía del campo popular, reafirmamos que lo que tenemos que hacer en este contexto es priorizar la movilización y la resistencia en la calle (no en Twitter) y apostar a la construcción de una alternativa política programática (no de un rejunte “pragmático”).
Además de responder a la pregunta leninista que nos planteamos en cada momento concreto, cabe en esta hora política plantearles fraternalmente a unxs cuantxs una pregunta retórica bretchiana:
“¿Qué esperan? ¿Que los insaciables les devuelvan algo? ¿Que los lobos los alimenten en vez de devorarlos? ¿Que los tigres les inviten a que les arranquen los dientes? ¿Eso es lo que esperan?”
No darle un minuto de tregua a la entrega, el ajuste y la represión justo cuando los enemigos avanzan sobre la memoria de nuestros 30 mil compañerxs detetenidxs-desaparecidxs se vuelve urgente. Como la convocatoria a un paro general.
A la par de la profundización de la miseria planificada, el gobierno aumenta el presupuesto para todos los resortes represivos del Estado y decreto de modificación de la ley de defensa, haciéndole la venia a las fuerzas armadas para que puedan reprimir la protesta social bajo figuras generales e imprecisas como las de velar por “objetivos estratégicos” y la de actuar ante “ataques mafiosos” o “amenazas externas”.
En el marco del 107 aniversario del Partido Comunista de la Argentina, la realidad nos impone como exigencia darle mayor importancia a la lucha ideológica, a la visibilización partidaria y al fortalecimiento orgánico. Teniendo claro que nada de esto que planteamos es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin colectivo, clasista y antiimperialista.
Reivindicar a lxs 30 mil desaparecidos es decirles Nunca Más a la persecución política, a prácticas propias del terrorismo de Estado y al modelo económico que impuso la dictadura. Pero es mucho más que eso también.
Para que la Memoria, la Verdad y la Justicia sean completas tenemos que reivindicar el proyecto político de lxs 30 mil, el proyecto de una Patria Liberada, de una Patria Socialista. Un proyecto que podemos y debemos construir en unidad, evitando desviaciones sectaristas y posibilistas, para hacer confluir en él a las distintas tradiciones políticas revolucionarias de nuestro país.