El Instituto Finlay comienza los ensayos clínicos de su propia vacuna contra la Covid-19. Una vez más, Cuba exhibe una estructura científica-técnica de excelencia desarrollada pese a las restricciones impuestas por el bloqueo.
El lunes que viene, Cuba va a comenzar la etapa inicial de los ensayos clínicos de la vacuna Soberana 01 contra el Covid-19, que viene desarrollando con buenas expectativas.
De acuerdo al Registro Público Cubano de Ensayos Clínicos, se espera que los resultados de esta vacuna estén disponibles en enero de 2021. Este organismo también reveló que la investigación para desarrollar el fármaco profiláctico denominado Soberana 01, abarca a 676 personas de veinte a ochenta años y está a cargo del Instituto Finlay de Vacunas.
Este estudio será aleatorizado, controlado, adaptativo y multicéntrico y tiene el propósito de evaluar la seguridad, reactogenicidad e inmunogenicidad del candidato en un esquema de dos dosis.
Asimismo, se espera que este proceso concluya el 11 de enero y que sus resultados estén disponibles el 1° de febrero, para ser publicados catorce días más tarde.
Se trata de un proyecto que fue registrado el 13 de agosto, cuando el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), aprobó someter a ensayos clínicos FaseI/II el candidato vacunal.
Al respecto, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se mostró esperanzado por los avances del proyecto y resaltó la importancia de que Cuba posea un fármaco propio contra el Covid-19, “por una cuestión de soberanía”.
Cabe citar que en Cuba se registraron poco menos de 3500 casos de Covid-19 positivo desde el inicio de la pandemia. Los primeros casos se detectaron el 11 de marzo y, desde entonces, el Ministerio de Salud Pública puso en marcha un plan para frenar la propagación de esta enfermedad, basado en estrictas medidas de distanciamiento, protección y vigilancia epidemiológica.
Cosas de la Revolución
La dedicación puesta por Cuba en la formación y desarrollo de una estructura científico-técnica de excelencia, viene desde los albores mismos de la Revolución.
En el centro de esa estructura está el Instituto Finlay que, entre otras cosas, es el que investigó y produce la vacuna antimeningocóxica con que se combate en todo el mundo la meningitis de tipo B.
Pero no sólo esto. El Finlay es el centro rector del Programa Nacional de Vacunas de Cuba, que reúne a 23 instituciones que trabajan en diferentes líneas de desarrollo de investigación, que incluyen las vacunas del programa ampliado de inmunizaciones y otro en el que a las bacterianas le suma las virales.
Otras líneas de investigación en las que se destaca el Finlay, son las vinculadas al cólera y Leptospirosis.
Toda esta estructura que -vale reiterarlo-, se construyó y lleva adelante pese a las restricciones que impone el bloqueo, es la que permite que Cuba se sume al desarrollo de la vacuna contra el Covid-19.
“En Cuba, lo que más apreciamos es el potencial científico que se ha desarrollado gracias a la acertada y temprana política que se trazó desde los años 1959/1960, basada en la inversión en creación de recursos humanos”, decía años atrás a Nuestra Propuesta, el entonces director de Relaciones Institucionales del Finlay, Orlando Gutiérrez López.
Esto ya comenzó a dar sus frutos durante la década de los 70, cuando ya comenzó a verificarse “un impacto beneficioso relacionado con innovaciones y descubrimientos científicos”, recordó Gutiérrez López.
Tras lo que fue claro al indicar que “nuestro mejor caudal está en los recursos humanos, que se logra siguiendo una política rigurosa en la preparación de nuestro personal”.
Y destacó que el estrecho vínculo que el Finlay tiene con el programa integral de salud pública que rige en la Isla, caracterizado, entre otras cosas, “por el seguimiento personalizado que hacen los médicos de familia, la atención primaria y el amplio programa de inmunizaciones que es superior, entre otros, al de EE.UU.”.